La investigación colaborativa o en co-labor es parte de un conjunto de modos de investigar en ciencias humanas y sociales que se orientan a discutir o poner en revisión la distancia entre personas que investigan y personas que son investigadas. Se inserta en una larga tradición de diseños investigativos que buscan la transformación de los contextos que se investigan y que involucran, en calidad de agentes de investigación, tanto a profesionales del mundo académico como a otras personas. Quizá los más conocidos son los diseños de Investigación-acción e Investigación-acción participativa.
La investigación colaborativa, según la entendemos aquí, es una investigación comprometida que resulta de la reflexión profunda sobre un estado de situación y un proyecto político-científico para cambiarlo. Particularmente, en nuestro caso, parte de resultados de nuestras investigaciones que muestran que la desigualdad lingüística, si bien es parte de las desigualdades sociales, étnicas, de género, etc., se materializa de manera particular y se reproduce en contextos de socialización lingüística en los cuales las ideologías sobre el lenguaje dan sentido a prácticas de discriminación y dominación de un sector de la población sobre otro.
Este conocimiento sobre las formas en que se legitima, se hace y se reproduce la desigualdad lingüística ha derivado en la revisión de los presupuestos epistemológicos en que se basan las investigaciones tradicionales en el terreno del lenguaje. Particularmente, las distancias entre quienes “informan” los datos y quienes los “investigan”, y entre las “prácticas de investigación” y “las prácticas de intervención”.
Así también, los resultados de nuestras investigaciones han mostrado la necesidad de poner en diálogo la agenda de investigación que surge del devenir de las disciplinas con las que trabajamos y la agenda de las personas con quienes trabajamos. Es decir, a diferencia de las investigaciones tradicionales, las inquietudes que guían los proyectos no surgen exclusivamente de las personas que investigan desde la academia, sino también de quienes trabajan junto a nosotras y nosotros. El diálogo entre estas agendas es parte del proceso metodológico que define este tipo de investigaciones.
La investigación colaborativa o en co-labor es también un objeto de reflexión. Autoras como Xochitl Leyva Solano, Joanne Rappaport, Shannon Speed, Araceli Burguete, Carolina Gandulfo y Virginia Unamuno, entre otras, han aportado elementos para una definición de este tipo de investigaciones, particularmente en el caso de las etnografías colaborativas. En general, acuerdan en una definición general: la investigación en co-labor se entiende como aquel trabajo orientado a la producción de conocimiento (y su transformación) en manos de equipos que integran a personas de diversos colectivos trabajando juntas. También concuerdan en que se trata de un tipo de trabajo que intenta discutir la jerarquización de epistemologías y de formas en que se puede producir el conocimiento que se ha validado en el marco de la colonialidad del saber, hacer, sentir y pensar.
Esta búsqueda de un trabajo investigador que discuta asimetría y mueva posiciones tradicionales no siempre es algo cómodo. Más bien implica tensiones, discusiones y negociaciones. La puesta en revisión colectiva de los objetivos, de los modos de abordaje, de la autoría y de la distribución de beneficios (directos e indirectos) de la investigación son algunas de las instancias en donde estas tensiones suelen emerger.
Como hemos señalado, los objetivos de las investigaciones son discutidos para consensuar agendas en general disímiles. Esto implica ceder, comprender, articular, y buscar puntos en común, lo que implica muchas veces dejar de lado inquietudes personales.
Los modos de abordaje suponen roles distintos que no siempre son cómodos. Por ejemplo, en el trabajo con educadoras y educadores la distinción entre el rol de quien enseña y quien observa puede ser incómoda y resultar problemática, invitando a un cambio de roles que suele resultar positivo.
La autoría compartida es un tema importante desde el punto de vista de la investigación colaborativa o en co-labor. Implica sumar a personas que tradicionalmente no producen en el marco académico a hacerlo. Escribir colectivamente un artículo o participar juntos en evento científico moviliza muchos supuestos y experiencias previas, tanto de quienes formamos parte de la academia como quienes no. ¿Cuáles son los modos de escribir o decir legítimos?¿Por qué? Pero también comporta poner en juego voces que nos incluyan en tanto personas que formamos parte de colectivos diversos. Esto no es fácil, porque reta las tradiciones de escritura académica dominantes que privilegian un sujeto de enunciación impersonal que toma distancia con lo que investiga.
Finalmente, la investigación en co-labor o colaborativa busca revisar también el tema de los beneficios de la investigación, tanto directos como indirectos. Nos preguntamos, así, a quién beneficia lo que hacemos y de qué modo los réditos son distribuidos entre los distintos colectivos involucrados. Esto interpela a la investigación tradicional cuyos beneficios directos eran para quienes hacían la investigación (a través de la inserción, promoción o consolidación en la carrera académica, por ejemplo), pero no necesariamente para las otras personas. Lo mismo en cuanto a los beneficios indirectos.
En nuestras investigaciones es de suma importancia el cuestionamiento a la distinción tradicional entre investigación e intervención. Esta distinción viene de la tradición empiricista de la investigación social y, como hemos señalado, se viene discutiendo desde hace tiempo. Discutir esta distinción implica interrogar los modos de producir conocimiento, en nuestro caso, el modo en que se produce conocimiento sobre el lenguaje y la sociedad; es decir, el conocimiento sociolingüístico. La hipótesis es que el trabajo en co-labor permite producir un conocimiento más adecuado sobre los procesos sociolingüísticos que estudiamos. En este sentido, el diseño de actividades colectivas que llevamos a cabo junto a las personas con quienes investigamos y en las cuales desenvolvemos roles diversos permite conocer mejor al hacerlo colectivamente.
Para saber más
Gandulfo, C. & Unamuno, V. (2020). Nota metodológica ¿A qué llamamos investigación en colaboración en este libro? En V. Unamuno, C. Gandulfo & H. Andreani (Eds.), Hablar lenguas indígenas hoy: nuevos usos y nuevas formas de transmisión. Experiencias colaborativas en Corrientes, Chaco y Santiago del Estero (pp. 37-47). Biblos.
Rappaport, J. (2018). Rethinking the Meaning of Research in Collaborative Relationships. Collaborative Anthropologies, 9(1-2), 1-31. https://doi.org/10.1353/cla.2016.0009
Rivera Cusicanqui, S. (2004). El potencial epistemológico y teórico de la historia oral: de la lógica instrumental a la descolonización de la historia (1987). En Seminario de sociología de la imagen. Una visión desde la historia andina (pp. ?). Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Leyva Solano, Xochitl, Araceli Burguete & Shannon Speed (Coords.) (2008). Gobernar (en) la diversidad: experiencias indígenas desde América Latina. Hacia la investigación de co-labor. CIESAS, FLACSO Ecuador & FLACSO Guatemala.
Leyva Solano, Xochitl & Shannon Speed (2008). Hacia la investigación descolonizada: nuestra experiencia de co-labor. En Xochitl Leyva, Araceli Burguete y Shannon Speed (Coords), Gobernar (en) la diversidad: experiencias indígenas desde América Latina. Hacia la investigación de co-labor (pp. 65-107). CIESAS, FLACSO Ecuador & FLACSO Guatemala.